La otra señal decía: Volx, site d'escalade. Y salía un dibujo de un tío haciendo como así:(¿por qué nunca encuentro la foto de drhu cuando la necesito?)
Ya era noche cerrada cuando empezamos a montar la tienda. Mientras Lara investigaba los baños, yo desataba toda mi furia (Mitch) contra mi Némesis: El suelo pedregoso.
Cling!Clong! Clang! resonaba el martillo por todo el camping...
Entre cling y clang, percibí unos pasos acercándose (ya está, ya vienen a echarme la bronca...). Nando "El Incansable Percutor" se irguió sobre una alfombra de piquetas dobladas. Secándose el sudor de su frente, dispúsose a recibir al intruso, un humano de poblados bigotes, con pinta germánica.
- Very stony, isn't it? - me dijo sonriendo.
- Y que lo digas, compadre, siento mucho el escándalo.
- Quizá si usas un martillo más grande... - me dijo ofreciéndome una réplica exacta de Mjolnir, el martillo de Thor.
- Mecagüendena! Gracias, luego te lo devuelvo.
Se despidió con una leve inclinación de cabeza, y retornó a Thrudheim en su carro tirado por machos cabríos.
Cuando llegó Pilar, a modo de agradecimiento, preparamos unos platos de salchichón y biscotes con aceite de oliva, y los llevamos a la mesa donde estaban cenando el dios del Trueno, su esposa Sif y otras deidades que no reconocimos. Nos invitaron al banquete, añadiendo a nuestros humildes alimentos deliciosas viandas de origen austríaco, alemán y holandés, nacionalidades todas ellas presentes en aquella mesa. A nuestros pies, rapiñando furtivos bocados de la comida, se hallaba Rhuna, la mascota del grupo.
Thor, Sif y Tyr (o sea yo) tratando de ponerle la cadena Gleipnir al gran lobo Fenris. Aunque lo que tenía entre sus fauces en esta versión del mito no era mi brazo. Ay.
Charlamos en una interesante mezcolanza de alemán e inglés hasta horas intempestivas, animados por los vapores de un vino rosado tan suave como el tierno adonis de mi hermana. En un momento dado, le pregunté a Thor acerca de las zonas de escalada. Levantó la vista y, arqueando las cejas, me contestó.
- Would you like to climb? Wait a moment! - exclamó, incorporándose de la silla, y desapareciendo en la oscuridad.
Minutos después regresó acompañado de dos japoneses que, por lo visto, habían volado desde Tokyo hasta este ignoto lugar, únicamente por sus zonas de escalada. Se unieron a la opípara y multicultural cena y rápidamente concretamos una cita con la roca para la tarde del día siguiente. Incluso Pilar accedió a acompañarnos, para alegría y alborozo de nuestros nuevos amigos orientales.
Torrentes de hidromiel fluían ardientes por nuestras gargantas, directamente de los cráneos vacíos de nuestros enemigos, que solícitas walkirias se encargaban de mantener siempre rebosantes. Tampoco escaseaban los sabrosos jabalíes en este eterno ágape, amenizado en todo momento por Bragi, el sabio dios de la barba oblicua, poeta personal de Odín.
Pero ya clareaba la mañana, y nosotros, los viejos héroes fallecidos, debíamos pertrecharnos para nuestra diaria batalla en las llanuras de Asgard, de modo que nos fuimos retirando poco a poco a nuestros aposentos.
El Ragnarok, destino de los Dioses, estaba cerca.
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