A ver si espabilo un poco, que si no, se me van a acumular los viajes...
Retomamos el relato en Aix, curioso municipio donde fue a nacer, jate tú, el famoso pintor Paul Cézanne, considerado papi del arte moderno. Pero no eran pinacotecas, sino montañas (dijo Sancho) lo que íbamos buscando con avidez. Después de callejear un rato aleatoriamente, llegamos a la conclusión de que no encontraríamos un cartel indicatorio del tipo "Pa Suiza". De modo que Pilar bajó la ventanilla, tomó el sextante y, mirando nuestro mapa de Pangea, sentenció:
- Debemos ir al Noreste.
- A la orden, las bayetas - accedí presto.
Sin pensarlo mucho más, salimos por ese lado de la ciudad, con la libertad de aquellos a quienes no importa mucho su destino. Berreamos unas cuantas canciones, sacando la mano por la ventanilla, sintiendo el aire fresco de la tarde, riendo a carcajadas nuestra suerte.
Unas horas después la carretera se había vuelto tan estrecha y mi mano tan fría, que resolví traerla de vuelta al interior del habitáculo. ¿Dónde leches estábamos?

Ya no nos hacía tanta gracia nuestra fortuita selección de itinerario.
- Al menos seguimos avanzando hacia el noreste... tarde o temprano encontraremos algo...
- O no...
- Vamos a mooiiii!!
Mientras elucubrábamos alegremente sobre nuestro incierto destino, un destello rojo parpadeó un instante en el espejo retrovisor. ¡Nos viene siguiendo James Bond!
Segundos más tarde el destello rojo nos adelantaba con soltura en la siguiente curva, acompañado de un brrrooom típico de coche clásico. Uno de esos MGs pequeñitos tan británicos, pilotado con pericia por un - según mi inocente hermanita - tierno adonis de piel suave.
El broom se alejó hasta apagarse y fue sustituido de nuevo por trinos de pájaros, susurros de árboles y todos esos sonidos que suelen resultar agradables cuando no estás perdido. Para nuestra suerte, unos kilómetros después encontramos los primeros signos de civilización humana de ese lugar (sin contar la siniestra carretera y el único vehículo que nos cruzamos).

Avanzamos un poco más, tratando de encontrar un acceso al edificio, y hallamos una especie de mirador, rodeado de unas pocas casas. Decidimos detenernos a merendar, salir a estirar las piernas y explorar un poco aquellos misteriosos parajes, en busca de pistas acerca de nuestra incierta situación geográfica...
Inciso: Ya sé que quizá estoy dramatizando en exceso, debe ser que últimamente me he aficionado a Perdidos y me trago 3 ó 4 capítulos diarios... Estoy como Joey y Chandler con el canal porno...
Después de hacer algunas fotos del lugar y tras el infructuoso intento de traducción de un vetusto panel informativo, pensamos que lo mejor era buscar algún ser humano con el que tratar de comunicarnos. El rastro sonoro de alguna radio nos llevó a la entrada de un garaje y nos acercamos a preguntar. Casualidades de la vida:
Tras la puerta levadiza, para sorpresa y deleite de mi cada vez menos inocente hermanita, el tío suave del MG daba lustre con su camiseta a la encarnada carrocería.

- Español?... English?...
- ...
- Estupendo. Estoo... Deutsch?("fsssfsss nos quedamos sin munición, mi sargento!")
- ...
- Quenya? Oestron? Lengua Negra??
El lampiño individuo parpadeó varias veces antes de tirar la camiseta (jis, simbólico gesto) y salir corriendo en busca de ayuda. Regresó al poco acompañado de un hombre pelirrojo de más edad, sensiblemente más vestido. Éste parpadeó un número similar de veces al ver nuestro mapa.
- It's a very old map! - exclamó.
- No jodas!
Tras estudiar con minuciosidad el documento y reorganizar mentalmente carreteras desaparecidas, fronteras desplazadas y placas tectónicas a la deriva, el señor pelirrojo concluyó que nuestra posición en el mapa era, grosso modo, cerca de la C de Francia.

- Oiga, y para Suiza... ¿por aquí vamos bien?
Sí, lo habéis adivinado. Otra ristra interminable de parpadeos. Ni Marilyn Monroe en plena vorágine coquetera, oyes...
Finalmente conseguimos entender que, si nos sobraba el tiempo y no nos importaba la estrechez de la carretera, no íbamos por mal camino. Apretones de manos, sinceros deseos de suerte y ya estábamos otra vez en el coche, dispuestos a encontrar un camping donde montar la tienda por segunda vez en el mismo día.
El tío suave se hacía pequeño en el espejo retrovisor, agitando su camiseta arriba y abajo...
Pisé el acelerador.
1 comentario:
es verdad joooo, era tan guapo y parecía tan suave...y eso que no lo toqué...ayyy
Publicar un comentario