lunes, septiembre 05, 2005

Gondor y la Torre de la Guardia

Huyendo de la septicemia, nos fuimos adentrando cada vez más en tierras desconocidas. Los pueblecitos pirenaicos se iban sucediendo y un cúmulo de necesidades fisiológicas nos ayudó a seleccionar Villefranche de Conflent como nuestra siguiente parada.



La pintoresca localidad, rodeada por recias murallas made in Vauban (esas que nos deberían resultar tan familiares a los que vivimos en Badajoz) nos dio la bienvenida con el simpático parquímetro que regentaba la entrada a la villa. Dimos cuenta de una moderada cantidad de embutido en un merendero y, ya satisfecha la mayor parte de nuestras necesidades fisiológicas, nos adentramos en el medievo.



Estrechas callejuelas salpicadas de tiendas (¡la primavera en un cuenco! ¡la primavera en una estantería!), una bonita iglesia románica y por encima de todo (literalmente) Fort Liberia, un refugio tipo Minas Tirith, también obra de Vauban. Un tunel subterráneo con chopocientas escaleras comunica la Villa con el fuerte, para facilitar la huida de los parroquianos cuando vienen demasiados turistas.

Poco antes de marcharnos, Pilar se cruzó con una vieja conocida. Nos despedimos de ella y de su pueblo, y continuamos nuestro camino berreando canciones de Shakira, en busca ya de la costa.



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